Los terremotos o sismos no son más que una liberación de energía acumulada por un largo período de tiempo bajo la tierra y que se manifiesta por movimientos de la corteza terrestre. Pueden ocurrir por diversas causas pero las más comunes son debido a movimientos en las placas tectónicas del planeta, aunque también pueden ocurrir por procesos volcánicos o por detonaciones producidas por el hombre.
Las placas tectónicas pueden verse como inmensos bloques de tierra en los que se divide la superficie de nuestro planeta. Su delimitación es el resultado de siglos de estudio que han concluido en la división de 15 placas mayores y 43 placas menores, así como sus direcciones de movimiento e interacciones. Las regiones del planeta en estos puntos de fricción muchas veces son los epicentros de actividades sísmicas, aunque no todas las placas tienen igual actividad. Los volcanes igualmente pueden producir terremotos intensos, aunque normalmente ocurren en las cercanías a la erupción.
Generalmente los terremotos registrados por el hombre ocurren en territorio continental, pero una gran cantidad de ellos ocurren en las regiones oceánicas de las placas. Los que se producen en el mar pueden dar resultado a otro fenómeno igualmente devastador, los tsunamis, que no son más que olas que pueden alcanzar varios metros de altura y recorrer cientos de kilómetros antes de llegar a las costas, en la cuales pueden penetrar varios kilómetros en dependencia de su intensidad.
Generalmente los terremotos registrados por el hombre ocurren en territorio continental, pero una gran cantidad de ellos ocurren en las regiones oceánicas de las placas. Los que se producen en el mar pueden dar resultado a otro fenómeno igualmente devastador, los tsunamis, que no son más que olas que pueden alcanzar varios metros de altura y recorrer cientos de kilómetros antes de llegar a las costas, en la cuales pueden penetrar varios kilómetros en dependencia de su intensidad.

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